LA FIEBRE DEL ORO
No se si será por mis orígenes, pero siempre he sido amigo de artesanos, artistas y artificieros. Me he sentido a gusto junto a ellos y de hecho normalmente he disfrutado bastante con su compañía. Esta pléyade de gente, deberían de ocupar un lugar de privilegio en nuestras cofradías, al salir de sus manos y de sus útiles los hermosos elementos que conforman nuestros cortejos, y la verdad pienso que no siempre alcanzan el reconocimiento, ni la consideración debidas.Al hilo de todo este prefijo, el otro día mientras daba una vueltecita por las eternas calles del Barrio Alto, me encontré con un buen amigo, artista de profesión y dorador de devoción, que andaba por estas tierras de ustedes en afanes de trabajo. Tras dejarme convencer para que me invitara a un vaso, me estuvo contando que venía de firmar un par de contratos para reparar unos pasos de misterio que tras los chubascos acontecidos en la pasada Semana Santa necesitaban un poco de lustre. El tío, buena gente, estaba pletórico, pues me decía que con estos últimos años de imprevistas aguas, él estaba a tope de trabajo, y daba las gracias a las cofradías por salir valientemente, mojarse y luego tener que recurrir a su gremio, pues así permitía llenar la barriga a esos gorriones que tenía por hijos.
Pues nada, ahí tenemos un filón
de labor social para nuestras Hermandades. Hoy día hay muchas quejas de que si la
acción social es lo más importante, que si se hace poca, que si patatín que si
patatán. No hombre, no. Eso son cosas del sector más rancio y casposo del
“capillerio” que nada más que piensan en amargar a los demás. Las Cofradías si
hacen una importante labor social, sobre todo en estos años de escasez, donde
miren ustedes los esfuerzos que se hacen para mantener vivos a los gremios de
doradores, bordadores, orfebres, etc, que este mismo año, en reparaciones,
restauraciones y trabajos diversos van a facturar un perraje, y que si no, pues
andarían a la cuarta pregunta.
Así que, señoras y señores de las
Juntas de Gobierno, cuando vean las nubes amenazar en el horizonte, y empiecen
los de siempre a incordiar con no salir y esas cosas, piensen en las casas de
familia a las que puede faltar el pan en la mesa a cuenta de sus decisiones.
Sean conscientes y consecuentes con su responsabilidad, y por favor entiendan,
que esta labor social es muy importante, y que saliendo, se está llevando a
cabo con mucha gente.
Nos dice el refrán que nunca
llueve a gusto de todos, pero siempre hay quien aplaude cuando ve el agua caer.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados.
Lucanus